La Antigua, Guatemala
Un suave meneo me hace primero pensar que alguien está moviendo la jaula y después que estoy mucho más borracho de lo que pensaba. Paro todo y me enfoco en sentir el movimiento.
Es un temblor. No me queda duda, reconozco esta sensación vagamente familiar a la que no me llego a acostumbrar.
Le digo a la gente que está temblando y salimos calmadamente de la oscura guarida. Solo queda adentro el capitán, sentado con su botella y su porro. Él no le tiene miedo a nada, porque no siente nada. Una vez fue humano, pero ahora es de madera. A todos los demás nos recibe el frío de La Antigua noche, donde en media calle de piedra sentimos el mismo suelo moverse bajo nuestros pies.
Suave, para un lado y para el otro, para adelante y para atrás.
Nada está en firme.
Me olvido de “poner los pies en la tierra.”
Llega la calma y la calle queda vacía.
Los faroles cuelgan meneándose de lado a lado, ecos del temblor…
Buenisimo!!!!
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Gracias por disfrutar!
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