La vieja dejó libre una sonrisa seguida de una expresión de sorpresa. Desde que le enseñó a leer Raúl había devorado cuanto libro cayera en su camino, y su vida era el camino.
-El placer será compartido, pero primero veamos que dice Alejandro.
Sacando el lazo Raúl extendió el pergamino mientras la vieja colocaba la linterna de aceite sobre la mesa.
Querida madre,
Sé que hace mucho tiempo no te escribo, pero será porque te llevo en el corazón. En mi corazón de corazones. Ya Raúl te habrá dicho que he decidido cruzar, ese nunca se puede quedar callado, pero quiero decírtelo yo también. Ya sabes que María quiere cruzar hace años y cuando algo se le mete en la cabeza no hay manera de sacárselo. He hecho todo lo posible por convencerla de quedarnos de este lado, pero es inútil. Ha preparado todo y barcos sobran, me dijo que ella se va con los niños, con o sin mí y con o sin tus “bendiciones.” Lo único que me ha permitido es tiempo para enviar este mensaje y esperar tu respuesta. Ah, y me ofreció dejarme a Lucas, si decidiera no cruzar, seguro por las pulgas. Sé que no hay caso en tratar de convencerte a vos, pero sí que me alegraría verte. Aquí cada día hay menos gente, y más barcos, nadie sabe de dónde salen, ya Raúl te contará. Las tormentas cada vez azotan más fuerte y más frecuente, destruyendo todo excepto los barcos, su madera parece ser inmune a todo, eterna, invencible. Si puedes ver una ventana de buen tiempo para navegar podrías salvar la vida de tus nietos, o por lo menos darles una oportunidad de llegar al “otro lado,” si es que hay algo del otro lado, si es que existe… Ya sabes que si fuera por mí me quedaría, pero amo a mi familia y sé que no podría vivir sin ellos y María está obsesionada y me temo que sería capaz de irse sin mí o alguna locura como amarrarme mientras duermo y llevarme a la fuerza. Ella está convencida de que cruzar es la única forma de sobrevivir. Dice el viejo Tomás que hasta los animales están cruzando. Según él, vio desde el faro un barco lleno de lobos que se fue aullando hasta el horizonte en la última luna llena. Todos escuchamos los aullidos, pero la niebla no dejó ver nada y él dice que los vio salir de la niebla antes de perderse en el horizonte con el telescopio que dejó aquel capitán, desde lo alto del faro. Aquel capitán que llegó a morir en la costa sin decir palabra. Lo único que jamás ha salido de ese horizonte, y hace ya 29 años de eso. Creo que Tomás ha estado tomando demasiado, pero la gente cree lo que quiere creer, y dicen que los animales saben, y que si se van es por algo, como cuando las ratas abandonan un barco. En fin, solo quería contarte para que tuvieras una idea como está la cosa por aquí. Los chicos te mandan un abrazo y María te manda saludes. Espero que nos volvamos a ver.
Un abrazo
Ale
Al terminar de leer Raúl le dió el pergamino a la vieja.
-Voy a ver que dicen los vientos, ya vengo. -dijo saliendo de la casa. Le pareció ver lágrimas sobre las cataratas en aquellos ojos y quiso dejarla sola unos momentos.
Afuera el helado viento silbaba entre los pinos y la nieve volaba por los aires, tiñendo todo de blanco. Aprovechó para orinar y se dio cuenta lo fría que se había puesto la noche antes de volver a entrar.
La vieja estaba poniendo agua a hervir sobre el fuego y parecía haber recobrado su compostura, si es que la había perdido. Con ella nunca se sabe, pensó Raúl.
-Qué suerte que esta tormenta no empezó ayer, me hubiese congelado durmiendo afuera.
-Ah sí, suerte. -dijo la vieja mientras echaba unas hierbas secas en dos tazas. -En algún lugar se hubiera metido, pero no creo que se hubiera congelado…
-Me imagino que sí, pero me alegra que me agarró aquí. -dijo sonriendo
Ambos se sentaron frente al fuego, la vieja en su poltrona y el mensajero en una silla que arrimó de la mesa.