
Diarios del carrocasa
Rodando una vez más…
Ciao Marbella
6/5/19
Buenas olas al amanecer en Marbella.
Anoche en la caminata nocturna me fui en una expedición inesperada tras un Jaguarundi.
Adentrándome en el manglar, en una oscuridad dentro de la oscuridad, me fui siguiendo su rastro con ganas de poder observar sin molestar. Me fui tras el Jaguarundi, pero encontré solo aventura y una imaginación salvaje en la infinita posibilidad de las tinieblas… Tal vez era un Jaguarundi, tal vez era solo yo…
Camino a San Juanillo paso al mecánico de Marbella a ver si puedo meterle un poco de aire a la llanta que sigue baja y quizás hasta arreglarla. Siguiendo una dirección clásica costarricense me meto en la segunda entrada a la derecha después del puente y voy subiendo una lomita por un callejón increíblemente estrecho en el cual a menos que haya algo inesperado al final va a ser imposible dar vuelta en Junior para devolverme. Me recomendaron al mecánico padre, pero solo está el hijo, y de muy mal humor. Va saliendo una gente con un Spark verde que se ha ido desarmando en su viaje guanacasteco y el carro suena horrible a pesar de que en palabras del mecánico: “¡Ya está arreglado para que llegue por lo menos hasta Tamarindo!” Me dicen que mejor vaya a otro lado, claramente no están satisfechos con los arreglos que esperaban y me cuentan que ellos también habían ido buscando al padre, que aparentemente trabaja y trata diferente. Le pregunto al hombre cómo está de tiempo, para tener una excusa para irme y al mismo tiempo tirar un Ave María en caso de que sí se digne a ayudarme de una vez, pero me dice que “si acaso, tal vez, puede ser que en la tarde pueda verlo porque estoy muy ocupado.” Le doy las gracias, le deseo un buen día y me monto preparado para estirar el cuello y la nuca estilo lechuza en la salida en reversa por el callejón ahora de bajada (no había rotonda al final). Logro salir con el Spark siguiendo tan de cerca que va casi metido debajo del bumper de adelante de las ganas de irse rápido que tenían sus ocupantes. Salgo convencido de que a menos que sea por algo totalmente necesario, no vale la pena ir a buscar mecánicos durante los calores en Guanacaste.
—San Juanillo. ¡Shangri La! No le faltó una. Espectacular. Barcos, olas, gente, ¡dos pulpos!
Estoy feliz de haberme movido y emocionado de estrenar este nuevo lugar con mi rodante hogar.
Pura Vida.
Encuentro collares de madera en la arena…
¡Surfeo comiendo mango! Los manguitos los recogí en el camino, donde efectivamente había un palo bien cargado justo como me habían contado.
En la primera noche, vuelvo a ver la luna. Apenas se ve el primer cachito iluminado regresando de su viaje por la oscuridad. Me alegra verla.
Muy cansado, a dormir, mañana escribo más detalles de hoy…

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