Un té

Lleno la olla metálica con agua y la pongo sobre el fuego bajo. Le coloco la tapa para que no se escape el calor. Voy por la caja de tés especiales y busco entre la selección algo muy especial, algo único; el té para este momento. Ese que es imposible saber de antemano pero que se sabe sin duda al reconocerlo. Solo me doy cuenta de cuál es cuando ya lo tengo en la mano. Abro con cuidado el tarrito y saco una cucharada que vierto dentro de la jaula del té sin que caiga nada afuera y la cierro bien. Preparo las tazas y apago el fuego, el agua acaba de hervir. Espero un poco, pongo el té en la olla y comienza la infusión; la magia en la que las hierbas le cuentan al agua sus secretos . Vuelvo a poner la tapa y lo que ocurre adentro es un misterio.

Alisto las tazas y cuando llega el momento levanto la tapa y destapo no solo una olla sino que libero una nube hechizada con un aroma que despierta la alegría del alma. Sonriendo lo vierto en las tazas y de una vez dejo preparando una infusión en frío bajo la luz de la luna.

Me retiro al aposento bien acompañado y con un viejo libro en mi mano tomo el primer sorbo de té. Me llega directo al corazón que me dice que todo está bien, la vida es buena y está llena de pequeños milagros, y gigantes también…

 

Una noche de lluvia y relámpagos

Es una tarde gris en un mar picado por el viento. A la distancia una nube oscura y pesada descarga una cascada sobre el mar.

En el regreso a casa el aire mismo se siente espeso y huele a tormenta.

Cae la noche seguida de cerca por la tempestad. Cortinas de agua azotan la selva que se ilumina de repente con los destellos de mil relámpagos. Los retumbos de los truenos se encaraman unos sobre otros mientras los sapos y ranas celebran en sinfonía.

El agua es vida y la naturaleza vibra de alegría.

Piedra pelícano

En algún lugar del Sur hay una gran piedra negra, separada de terra firma por un cañón de aguas profundas. Una isla en medio del mar. Sus oscuras paredes emergen casi verticales del agua que sube y baja al ritmo de los latidos del océano.

A la distancia las olas se estrellan contra las rocas de la costa. Mar adentro una tormenta borra el horizonte.

Cangrejos negros con puntos blancos escalan por la línea de agua. Suben a lo seco solo para dejar sus exoesqueletos en los lugares más extraños, donde quedan como pálidos fantasmas aferrados al pasado. Lentos caracoles con redondas conchas espirales se deslizan por la roca con una paz ancestral. Arriba, la isla se torna canosa, confesando su eternidad y la infinidad de pelícanos que en ella han encontrado refugio.

En algún lugar del Sur está; Piedra pelícano.