Marea baja

10/5/19

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Sentado frente a un horizonte oscuro y aplomado. Disfruto el café de la mañana acompañándolo con la lectura de un poco de filosofía china. 

Las olas entran casi vagabundas en la bahía. 

La marea va bajando y el mar lentamente se retira, cada vez más, exponiendo las negras piedras llenas de caracoles, cangrejos y pececillos que quedarán ahí, esperando a que suba la marea que vuelva a conectar su poza con la infinidad del mar.

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Un perro negro

Diarios del carrocasa

San Juanillo, Guanacaste, Costa Rica

8/5/2019


Hoy cumple un amigo. 

Me levanto al amanecer y como no hay olas disfruto una sesión de yoga. 

En la tardía mañana me echo una riquísima siesta en la hamaca y en los ratos que estoy despierto leo El Conde de Montecristo de Dumas. La hamaca la puse en los brazos inmensos de un grandioso almendro de playa que vive del lado donde están todos los barcos. 

Aproveché que había señal para llamar al cumpleañero y hablamos un rato muy tuanis.

Me dieron ganas de explorar entonces me fui en una expedición a buscar el mítico palo de mango del que escuché la leyenda primero en Marbella y luego pude probar con el mango que me regalaron antes de surfear. 

Subí la cuesta y frente a un viejo velero abandonado (vi dos en el camino) encontré el vivo tesoro cargado del dulce oro en el jardín de una casa rodeada de flores. En la terraza, dos señoras disfrutan comiéndose unos chicharrones que me devoré con la mirada. Las saludé y les conté que estaba viviendo frente al mar y recogiendo basura y me invitaron, casi rogaron, que me llevara todos los mangos que pudiera. Decenas de mangos adornaban como joyas la alfombra de la sombra del árbol… 

Volví con una bolsa llena de mangos y dos amigas en el pueblo, doña Nerixta y doña Flory. En el camino de regreso pasé a darles mango a mis vecinos (llegaron ayer) Martin y Justine, que andan en una van Ford Econoline que han manejado de Panamá a California y de vuelta. Para mi sorpresa y alegría me invitaron a almorzar. ¡Qué rico! No sé qué era, pero me gustó mucho. Gracias San Juanillo, lugar de gloriosa brisa y pescadores y zopilotes y el lindo perro Negro.

El desnivel me deja agua empozada en el fregadero, debo recordar esto cuando parqueo, pero este lugar es mágico. Gracias. Otra noche mágica de luciérnagas y rayería a la distancia. Las luciérnagas de aquí encienden y apagan su luz mucho más rápido que las de la montaña, según lo que he visto. Están todo alrededor, qué increíble. 

Hoy pesqué una minivan de la Toyota que decía Taller móvil. Jr. María no es Toyota pero le conté al mae mi cuento y por dicha me pegó la salvada y llenamos la llanta que estaba baja. ¡Increíble, el taller vino a mí! Junior muy contento. Buenas noches .=)

Un perro que puede oler el futuro…

San Juanillo


7/5/19

¡Glorioso amanecer y sesión de surf! 

—Ayer me quedé pegado en la arena dos veces y dos veces me sacó un Samurai chuzísimo. El primero rojo, año 87 y el segundo blanco como el Perla. Realmente en la segunda fue la gente que me ayudó a empujar, pero el Samurai estaba por ahí… Gente buena nota. 

Junior quedó como en una cuesta, hasta me costaba caminar adentro y la puerta principal había quedado automática. Pero era mucho el ángulo entonces le hice un par de montañitas de arena con la palita y quedó mucho mejor; más nivelado. 

Anoche caminando por las rocas tuve la suerte de ver un par de pulpos cazando y cambiando de color en las pozas; fue épico. Había peces azules brillantes (y de todo tipo) y estrellas de mar. 

Dormí con el longbough adentro y la verdad dormí muy bien. Dejé las puertas abiertas, la principal un rato y la de atrás toda la noche… 


El paraíso encontrado. 



Feliz de la vida. 

Costa Rica. 

Gracias. Gracias. Gracias. 


Bajo la gloriosa sombra de un viejo almendro de playa.

¡Noche de luciérnagas! 

Increíble. 

Bajaron las estrellas…


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Noches naturales

Documentando la experiencia

Diarios del carrocasa

La oscuridad, me fui hacia el corazón de la oscuridad.

Bella Marbella


3/5/19

Ayer la noche estaba muy caliente y sin una gota de viento. 

Ya llevaba varias noches de calor y ni hablar de los días, así que decidí probar algo diferente.

Salí de la van, colgué mi hamaca, le puse el mosquitero, agarré almohadita y hasta cobija por aquello de los fríos de la madrugada y me metí a dormir ahí, rodeado por la frescura del aire libre. 

Dormí delicioso.

Ahora que lo pienso, creo, o más bien sospecho que la nevera también ha contribuido a estas recientes noches calientes adentro de Jr. María. La pared de madera que da de un lado a la cama y al otro a la neverita a veces se pone caliente… Los switches verdes chuzísimos que se iluminan arriba de la nevera ya no prendían (hace unos días) pero después de investigar encontré un cable suelto en la biblioteca y al conectarlo todo volvió a la normalidad. Además de eso ayer descubrí que al encenderlos no solo se iluminan con esa luz verde que tanto me gusta, sino que también se activa un abanico secreto muy silencioso que saca el aire caliente producto del fuego de la nevera por una rejilla afuera que está arriba de la nevera. Esto me dejó perplejo hasta que descubrí un fondo falso en la pared de la biblioteca/alacena. Este Junior es un barco pirata lleno de misterios. El cable de los switches verdes se debe haber safado en la ida a reabastecer comida a la tienda. Quiero ir protegiendo todos esos cables que hay por ahí. 

Otra mejora que hice fue cambiar la configuración de la entrada, y la limpieza de pies es ahora mucho más fácil. Antes tenía el banquito con la alfombrita encima. Ahora lo hice por etapas, de manera que está el banquito pelado afuera (perfecto para arrastrar los pies como un toro para quitarse la mayoría de la arena), le sigue la grada negra que mantengo siempre limpia donde uno se puede terminar de quitar la arena con la mini escoba y adentro está el último guardián en forma de la alfombra que atrapa lo que pueda haber pasado las primeras etapas de la limpia.

Anoche había mucho bicho, creo que puede estar vinculado a la oscuridad de la luna nueva (cercana), ya que cualquier luz es ahora relativamente más brillante y atractiva para ellos. Cualquier luz que encendía se llenaba al instante de mil bichos voladores y cuando estaba leyendo en la maca a salvo dentro del mosquitero los escuchaba revoloteando todo alrededor y los veía volando afuera arremetiendo contra la delgada barrera que nos separaba. 

Siguen saliendo chicharras. 

¡Día relax! Un poco nublado y mucho onshore. Afuera un solitario pelícano flota en el mar. Mareas extremas de luna nueva. En las tardes y las mañanas el mar se retira tanto que casi ni se escucha, dejando una hermosa explanada que refleja los colores pasteles del amanecer y atardecer. A medio día y noche sube tanto que pareciera querer salirse hacia las montañas y devorar todo a su paso, pero se detiene a unos escasos diez metros de la casa, sirviendo olas sin cesar. Ahora son las dos y media de la tarde, el mar está casi en la puerta y el horizonte está gris. Algo me dice que las primeras lluvias rondan a la vuelta de la esquina. Andan merodeando por ahí y las he visto a la distancia desde aquí. Algunas fuertes tormentas han sido avistadas tan cerca como Guiones…

Me encontré un buen palo largo para apear  pipas. Después quiero ver si en La Casona me hago uno de caña brava para andar y poder apear frutas. Dicen por ahí que hay un palo lleno de mangos al lado de la calle entre aquí y San Juanillo.

La ducha que me prestan a veces me regala en ocasiones agua caliente (dependiendo de la hora) y es la gloria eterna, y además a veces tengo wifi. ¡Buen lugar este!

Voy a ver si voy a buscar pipas hoy en la noche…

Fui por las pipas y logré apear seis. Una se rompió y me la tuve que tomar de una vez, estaba muy rica y bien cargada. Otras las logré atrapar en el aire con una mano y la última casi me quiebra un dedo. El palo que encontré sirve muy bien, me lo voy a dejar hasta quién sabe cuándo… Después me fui a caminar porque la van estaba muy caliente y algo afuera me llamaba. 

La oscuridad, me fui hacia el corazón de la oscuridad. 

Caminar por la arena mojada en el vacío de la marea baja con un cielo nublado que no muestra ni una estrella se siente como andar en el espacio. En un desierto de oscuridad. De luz. Solo los destellos de las rayerías al sur iluminan de vez en cuando todo, solo para volver a dejarlo caer en un misterio todavía más profundo y oscuridad absoluta. 

Encendía a ratos mi linterna para no caminar encima de las criaturas de la noche, y vi todo tipo de seres. Encontré cangrejos que parecen ser parte de la piedra y con tenazas rojas, escondidos y de todos tamaños, desde los temibles hasta los más diminutos. También vi otros de patas más largas que andaban por la arena y por ahí andaban también los cusucos. Vi uno blanco inmenso, ni siquiera estoy seguro de qué era. En el agua clara de las olas observé nadando varios peces plateados. Lejos de todas las luces (las pocas que hay aquí) encontré una procesión de cientos de caricacos, y pude ver a los gigantes que dejan las huellas inmensas que he visto en el día y en vano había rastreado. 

La huella de una tortuga me lleva a una belleza marina que está poniendo huevos por el manglar, huele a mar. *Especie por confirmar. Uso solo la luz roja del foco para contemplarla sin interferir y después de un rato la dejo para que siga en su trance tranquila. 

Veo un par de ojos verde/amarillo brillando por la maleza del manglar y los voy a buscar. Cuidadoso de no hacer ningún ruido los busco largo rato sin saber qué voy a encontrar y pienso que andar un báculo es buena idea y podría ayudar en caso de un encuentro animal, especialmente en la confianza, pero primordialmente para tener una buena oportunidad de sobrevivir en caso de toparse con algo muy feroz. 

Otra cosa que encontré fue una deliciosa brisa que nunca me hubiera esperado cuando estaba en el calor de la van. 

Milagro. Vuelvo a encontrar los ojos, esta vez más alto, y en eso de unos almendros de playa baja un felino que salta con gracia y en completo silencio desde el árbol hasta el suelo (creo ocelote, por confirmar). Se tira del árbol sin importarle la luz de mi linterna merodea de un lado a otro y yo estoy tan cerca que veo su pelaje claramente. Parece tener unas rosetas como las manchas de un jaguar, pero en miniatura. Pega un par de brincos y se desaparece cazando algo entre la maleza…

La tortuga vuelve al mar, iluminada por la rayería y yo me devuelvo muy contento, agradecido y feliz, para la casa.

Se intensifica la rayería al sur y sobre el mar, retumban algunos truenos. 

A lo lejos en el horizonte diminutas luces que aparentan estrellas caídas flotan en ultramar, los valientes pescadores…

Refrescado por la caminata, me metí a dormir adentro de la casa.

Me desperté a medianoche en medio de un vendaval. El saco de gangoche se agitaba furiosamente, amenazando con terminar de rasgarse y sacudía toda la van. Todo lo que no estaba amarrado estaba en peligro de irse con el viento. Abrí la puerta y vi como las hojas de palmera se doblaban en formas imposibles. La sillita iba rodando hacia el sur…

El vendaval era tremendo y una sensación de tormenta inminente es lo que se vivía. Sentí un par de gotas que me incitaron a actuar rápido, fue uno de esos momentos en los que uno sabe que en cuestión de segundos podría estar bajo la torrencial lluvia tropical. El aire estaba cargado de humedad pero el viento era tanto que podría haber sido agua que levantó del mar y traía sobre sus alas. 

Inmediatamente puse manos a la obra y metí toda la ropa del tendedero, y la maca con el mosquitero. Quitar la vela en que se había convertido el toldo de gangoche fue toda una batalla contra el viento y casi me la arranca de las manos tratando de doblarla, pero dejarla ahí afuera seguro hubiese sido su final, la rasgadura se le abrió más, pero la logré guardar y asegurar adentro. Por dicha había experimentado con otro sistema de anclaje para los nudos que me permitió quitarlo y arrollarlo un poco más rápido y ágilmente. Guardé la silla, todo estaba asegurado.

Aproveché y salí hacia la arena a un sitio más expuesto y en calzoncillos pude vivir toda la gloria del vendaval en un solo momento.

Luego me adentré en mi refugio, sellé bien la entrada y dormí como un lirón.

  • La tortuga era una Olive Ridley (Lepidochelis Olivacea), confirmada.
  • El felino era o un Ocelote o un Margay. Por los ojos pequeños y los hábitats el Margay queda casi descartado. No presté mayor atención a la longitud de la cola en mi inocencia y asombro, pero no me pareció especialmente coludo, y tampoco fue tan tímido como dicen es el Margay. Tal vez el que había visto en Matapalo era un Margay, ese estaba trepado en un árbol y me veía con ojos inmensos. El Margay parece ser el felino más difícil de avistar, probablemente era un Ocelote entonces. Ocelote. Confirmado.




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Noche de rayería sobre el mar

Diarios del Carrocasa

1/5/19

Las tormentas están cada día más cerca…

El Paraíso

La noche estuvo un poco caliente dentro de la casa después de haberme sentado en la sillita. La llevé hasta la planicie de marea baja para ver la rayería refrescado por la brisa de tormenta. Esta empezó sobre la costa al sur y poco a poco se fue acercando para finalmente descargar mar adentro aquí enfrente sobre lo que pareciera ser el fondo del mar. Fue un espectáculo increíble que me devolvió a mi niñez, despertando en mí el recuerdo de la primera rayería que disfruté junto a mis padres en aquella vieja casa de verano que tenían mis abuelos en Puntarenas; La Perla del Pacifico… 

El festival de yoga sigue con todo. Parece que el rótulo que hice dibujando con viejos carbones de fogatas olvidadas sobre un antiguo madero de mar ha surtido efecto. Ayer llegaron a la clase dos muchachas extranjeras, gracias a la recomendación de un compa surfo conocido como Franthesurfer, y hoy llegaron 2 señores super tuanis que venían del restaurante donde me regalan el agua. Después de cada clase, llenos de arena y tierrita por el yoga salvaje, disfrutamos metiéndonos al mar que se encarga de completar y cerrar con broche de oro la limpia, renovación y despertar de cuerpo, mente y espíritu en cada uno de nosotros. Estoy muy alegre de estar vivo. Los dos días me he sentido gloriosamente feliz después de las clases; Satchitananda. *Me he sentido lo mejor que me he sentido en mucho tiempo, precisamente justo después de las clases de yoga, que han sido prácticas compartidas (yo también hago la mayoría de la clase mientras guío, excepto la parte restaurativa porque no alcanza la sombra y echarse sobre la arena hirviente no es para nada relajante). Creo que es cierto lo que dice Thich Nhat Hanh sobre amplificar los efectos o el poder del bien con prácticas y/o meditaciones compartidas. ¡Gloria a Dios! ¡Gracias Yoga! ¡Gracias Pachamama! ¡Gracias Vida! 

Hoy en la tarde viene Beto a visitar; ¡Gloria Eterna! ¡Pura Vida!

Es gracias al toldo blanco de gangoche que tengo sombra completa para ofrecer en las clases, a eso y todo lo demás, como las palmeras con su sombra variable, pero el toldo es un ayudante fiel (inesperadamente dado su estado de constante desintegración). También me di cuenta de que antes de un festival de yoga, si se puede, promete tomarse por lo menos un día para encontrar un buen lugar. Vale la pena ver cómo se mueven las sombras, hasta donde llegan las mareas y tomar en cuenta otros factores importantes como el paso de animales y peligros potenciales como las pipas que pueden caer de las palmeras… Bienvenida sea la paciencia y la observación antes de definir lugar y horario. Poco a poco, voy aprendiendo y creciendo. 

Claridad

Hoy hay mucho viento y nubes, todo está cambiando. El mismo aire está más fresco. Siento que pronto puede terminar este verano y me alegro por la vida que espera flemática pero necesitada la llegada de las lluvias así como espero yo la llegada de mi hermano…


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Los días perdidos

Diarios del carrocasa

Glorioso Guanacaste

Los días que olvidamos el milagro, 

los días que nunca volverían,

los días que creíamos perdidos…


Han sido encontrados todos,

en este momento.


De Esterillos a Rajada

Ahora que tengo tiempo me pongo a escribir algunos recuerdos del camino entre Esterillos y Rajada. He aquí un breve recuento de los días que se perdieron en el diario; los días perdidos…

Saliendo de Esterillos usé por primera vez el sistema de los chorritos de agua y los limpiavidrios. El sistema sirve muy bien y logré abrir una ventana de claridad en la capa de polvo que ya empieza a cubrir todo el camper por fuera, y ahora que veo el dash, también un poco por dentro… 

Ojos en el camino, voy hacia Guanacaste, buscando llegar eventualmente a la mítica Playa Rajada de las leyendas de la gente. La misma que me recomendó Karsten en el primer café que compartimos en Jr.


Voy pasando por el puente, veo olas en La Boca y con gusto aprovecho para hacer una parada técnica. Una parada de surfing gloria eterna con el longboard en el spot clásico. 

Surf. Comer. Seguir.


De Barranca a Santa Rosa me agarró una lluvia fuerte en el camino. Los limpiavidrios funcionan bien en sus dos velocidades. Jr María estaba siendo bañado por la Pachamama. ¡Muchas gracias Pachamama! El aguacero era tan fuerte que tuve que cerrar las ventanas y me dí cuenta de que hay que tener mucho cuidado si se pretende cerrar la ventana del copiloto mientras uno va manejando, pero es posible. Estrené también el aire y me di cuenta de que realmente solo es abanico, pero funciona bien. Se puede poner que salga en los pies o por el parabrisas, que es el que uso para desempañar y poder seguir el camino. Combinando esto con un trapo veo que no habrá problemas de visibilidad. Recuerdo el rainx del abuelo. Sería tuanis andar uno en Jr... Pero ahorita no ando trapo ni rainx y no quiero parar, entonces uso una media que tenía metida en el zapato debajo del asiento para limpiar el vidrio. Me sorprendo al ver que todo funciona tan bien. Me alegran este tipo de sorpresas. Este Junior de verdad es una bendición. 


En algún punto descubrí en la bodega (debajo del sillón de la sala) el cedazo de la ventana lateral, y debo decir que es una delicia dormir con esa y la de arriba abiertas con cedazos; fresco y sin mosquitos, purrujas y otros bichos que pican. Este nuevo cedazo queda apenas puesto, por el lado de afuera. Por dicha el longboard ayuda un poco a sostenerlo en su lugar, pero no queda muy estable. A veces se cae… se cae con solo tocarlo, o con un viento fuerte, a veces hasta se cae solo… y hay que salir para recogerlo y volverlo a poner y no es mi favorito ese procedimiento. Quiero buscar una forma de poder ponerlo bien asegurado, ojalá por el lado de adentro. Parece que lo que había para eso se rompió hace años… 


Fui a Santa Rosa, llegué de noche y dormí arriba, en la pura magia guanacasteca.

En la mañana desayuné temprano y fui a patinar en el otro longboard (el viejo Neversummer), con los venados que andaban tranquilos al lado de la calle. Disfruté bastante mientras esperaba el arribo de Veto Rey.

Me alegra tanto ver a Veto.

Dejamos a Jr. arriba y bajamos en el Sapo 4×4 hasta el campamento de Playa Naranjo. Ahí armamos nuestro campamento con hamacas, toldos y sillas, todo Eno, a cachete.

Hacemos todo lo posible a todas horas por agarrar buenas olas, pero hay un viento no favorable siempre que lo intentamos. Igual gozamos. Disfrutamos un surf trip de hermanos y en la madrugada vemos las huellas de pumas y jaguares y luego seguimos unas de tortuga que se cruzaban con las de un jaguar y había señas de encuentro y no había huellas de regreso al mar de la tortuga…

Seguimos el rastro por la arena hasta una maleza revolcada y ahí es cuando lo vemos: el hombro inmenso con rosetas y luego la redonda punta del rabo y en un movimiento desaparece… ¡En un abrir y cerrar de ojos vimos al Jaguar! Nos volvemos a ver incrédulos. Sin palabras. Fue un avistamiento inesperado y rápido, muy bonito. Nos alejamos en silencio igual que como llegamos, agarramos nuestras tablas que habíamos dejado en la arena y seguimos caminando hacia el surfing al amanecer frente a la Roca Bruja. 

Nos convertimos en parte de un paisaje espectacular.


*El día anterior habíamos estado estudiando otras huellas que nos habíamos encontrado por el manglar y vimos en los libros y en la arena las claras diferencias entre las huellas de cada uno. Huellas de Puma y Jaguar. Confirmado. ¡Gracias Parques Nacionales!

Post surf trip volvemos a subir a la otra parte del parque, donde Veto me deja de regreso en la casa y me regala un botellón de los que habíamos llevado; un buen receptáculo para seis litros de agua que más adelante se llegaría a llamar el reservorio.

Abro las puertas y por dicha encuentro todo muy bien en el hogar.


De ahí emprendí viaje a Rajada, y ahora sigo aquí, recordando viejos tiempos…




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