La tierra está viva

La Antigua, Guatemala 

Un suave meneo me hace primero pensar que alguien está moviendo la jaula y después que estoy mucho más borracho de lo que pensaba. Paro todo y me enfoco en sentir el movimiento.

Es un temblor. No me queda duda, reconozco esta sensación vagamente familiar a la que no me llego a acostumbrar.

Le digo a la gente que está temblando y salimos calmadamente de la oscura guarida. Solo queda adentro el capitán, sentado con su botella y su porro. Él no le tiene miedo a nada, porque no siente nada. Una vez fue humano, pero ahora es de madera. A todos los demás nos recibe el frío de La Antigua noche, donde en media calle de piedra sentimos el mismo suelo moverse bajo nuestros pies.

Suave, para un lado y para el otro, para adelante y para atrás.

Nada está en firme.

Me olvido de “poner los pies en la tierra.”

Llega la calma y la calle queda vacía.

Los faroles cuelgan meneándose de lado a lado, ecos del temblor…

Voces en el aire

Guatemala

El aire está cargado con la frescura de la mañana.

Las raíces amenazan con apoderarse del sendero.

Caminamos bajo la sombra de la jungla, por donde una vez caminaron los mayas.

Algo se mueve alto entre las ramas.

Volvemos a ver hacia el sonido.

Pasa un mono volando.

¡Whooshcrash!

Cae en una rama que se dobla al recibir su peso y este sigue como si nada. Pasan colgando y brincando más monos. Son los araña. Ágiles y despreocupados, con impresionante facilidad hacen vida en las alturas. Nos quedamos maravillados, hasta que nos tiran caca y orines. Seguimos nuestro camino.

Las chicharras chirrean en crescendo.

La Ceiba conecta el inframundo con los cielos a través de lo terrenal, inmensa, llena de epífitas, árbol sagrado.

El dulce canto del pájaro cuco.

Una araña espera en su tela bajo una palma.

Profundo en la selva, un rugido llena el espacio. Congos. Pasan sobre nosotros, jorobados en sus catedrales de ramas. Se acomodan ahí no más y nos dan un concierto inolvidable.

De un pronto a otro caemos en un profundo silencio, cavado por los aulladores.

Subimos un poco por el sendero y vemos hacia arriba. Por una apertura entre las ramas entra un poco de luz de vida y se asoma una inmensa pirámide, y otra, y otra, y otra… Fantasmas de otra época. Templos se elevan sobre la copa de los árboles.

Tikal.

El lugar de las voces en el aire.

 

Aventura

Antigua, Guatemala

Decir que sí sin tener la menor idea de adónde vamos.

Ir a un lugar desconocido. Tirarse de cabeza. Sentir la emoción de no saber que va a pasar. Abrir los brazos y aceptar lo que venga, sea lo que sea. Disfrutar cada momento cautivado por la novedad de lo inexplorado. Hacer nuevos amigos y crear frescas memorias.

Cuando la aventura toca la puerta yo corro a abrirle, la invito a pasar y le preparo un café.