Marzo 2019
Tres Ríos – Barranca, Barranca – Barranca, Barranca – Tres Ríos
Gas: Tiene un poquito menos de ¾ de tanque a la hora de salida
Gasolina: 21 rojos y medio
El portón nuevo finalmente está terminado y puedo volver a salir en otra expedición. Mi primera vez solo en la van, el segundo viaje en total.
El portón es un amor. Se puede abrir y cerrar con un dedo porque le pusimos un tensor arriba y quedó de maravilla.
Logro salir de la casa sin ayuda ni necesidad de esfuerzos titánicos, sin molestar a nadie. Hay buenos lugares para orillarse ya sea que uno vaya para arriba o para abajo mientras uno se baja a cerrar el portón.
Paso a la gasolinera y por primera vez me doy cuenta del consumo de Junior, hay que alimentarlo bien y tenerlo bien afinado. Agua para tomar llené todo el tanque en la casa con la manguera, un pequeño trámite, pero me gusta llevar agua de la casa.
Llego adonde Javier, en el famoso parqueo de la Boca. Mi tocayo se pone contento de ver la van y me dice que me estoy superando en la vida. Doña Nereida siempre está alegre y los chiquillos al principio creyeron que Jr. era una ambulancia.
Es muy bonito llegar a un lugar y que la gente se alegre, y uno alegrarse de haber llegado. La única vaina es que la casa no cabe bajo ninguna sombra de sarán, son muy bajas para Jr. entonces parqueo al sol furioso y lastimosamente no hay posibilidad de acomodarlo con la puerta principal de frente al mar como me gusta, así que quedó con el parabrisas viendo hacia el mar.
Una de las mejoras para este paseo fue conseguir un banquito para poner en la puerta principal para tener un lugar donde quitarse la arena antes de entrar a la casa, y de paso se suaviza la grada para subir al meterle un escalón. Para esto me traje un viejo banco plástico que era de mi abuelo y le agregué una vieja alfombrita que me encontré en los trapos de limpiar de la casa. ¡Ambos tendrán vida nueva!
Volviendo de surfear estreno el banquito de la entrada con alfombrita y ¡es una maravilla! Es mucho más fácil limpiarse los pies y mantener más limpia la casa. Después del primer paseo estaba considerando que dejar las sábanas puestas en el sillón cama durante el día no prometía, porque se llenaba demasiado de arena y es muy incómodo dormir con arena en los ojos, hasta para sentarse terminaba uno lleno de arena. Estaba incluso pensando en que mínimo había que sacudirlas o tal vez hasta tener un juego para el día (esto porque sí es más fresco que el sillón pelado, y para mantenerlo limpio) y otro para dormir. Pero el banquito me llena de ilusión de poder parar la arena en la entrada y me surgen nuevas ideas.
Es mucho más fácil evitar que entre la arena,
que sacar la arena una vez que está adentro…
Hace mucho, mucho, mucho calor cuando para el viento. Lo bueno (en el día) es que se pone ideal para surfear, pero en la noche, demasiado calor y muchas purrujas y mosquitos bravísimos. Tengo puesto el cedazo de la ventana de arriba pero por la de al lado y por arriba se meten los chayules. Parece que tengo que decidir entre cocinarme en paz o ser picado por los pequeños vampiros bajo las suaves brisas de la noche… voy a buscar otra manera. Igualmente (especialmente en el día) la van es bien fresca adentro y se puede jugar con la ventilación si hay brisa (parquear lo más cerca del mar (puerta grande frente al mar) ayuda). De esto me he dado cuenta cuando tengo calor adentro y salgo, según yo a refrescarme, solo para darme cuenta de que hasta en la sombra está más caliente que en la van, realmente es una bendición. En el día, cuando hace mucho calor, siempre vale la pena revisar las olas.
Esta vez soy mucho más cuidadoso con el uso del agua, me alcanza con el tanque lleno para todo el paseo y me sobra; la consciencia y la experiencia cambian todo, para lo mejor.
Pagar 5 rojos por noche me destroza un poco el sueño de vivir gastando poco pero creo que aquí lo vale, me alegra aportar a la causa de mi tocayo y aprovecho la agregada seguridad (igual no suficiente para bajar la guardia, paso echándole ojo a la tabla y a las cosas y siempre cierro con llave, estoy justo al borde del muro y la verdad se siente muy expuesto. Justo ahí termina la calle de lastre frente a la boca del río y es el lugar favorito de todos para ir a pasar el día y hablar de como en el Puerto no hay trabajo y tomar y fumar y ver las olas, o el horizonte, los barcos, Guana… qué sé yo, en Barranca todo puede ser… Llega gente buena nota, pero la vibra es intensa y de fijo no es el lugar para dejar nada mal puesto por la cantidad de gente que va y viene.
Recuerdo todavía la gloria del Puerto en su época dorada, en los tiempos de mi abuelo. Cuando el estero era limpio y la gente vivía en la abundancia… Cuando voy todavía puedo ver esa magia escondida en los rincones, pero cada día cuesta más encontrarla. Sueño con que el resto de la gente la pueda ver también y que el Puerto salga de su larga somnolencia de vuelta a la luz. Anhelo ver brillar una vez más la Perla del Pacífico.
En la noche cerca de la media noche me despierto muy alerta, con la respuesta de lucha o huida activada y veo que justo al otro lado del bajo murito de piedras claras hay un carro negro todo polarizado terror y se bajan una muchacha y tres o cuatro maes pegando gritos hostiles en su borrachera.
No logro volverme a dormir hasta que se van y paso tenso durante su estancia al final de la calle, asomándome como una vieja de patio escondido detrás de las cortinas con garrote, machete y puñal al alcance de la mano.
Lo bueno de pagar es que definitivamente es más seguro que afuera (aquí por lo menos), Javier, Nereida y sus hijos son muy buena gente, las duchas y los racks para las tablas son una maravilla y la comunidad del swell es buena compañía.
Surfeo todo lo que puedo y paso el resto del día viendo olas. Hasta cuando estoy comiendo busco poder ver la ola, esperando el momento en que se ponga bueno para dejar todo y volver al agua.
Me pego unas sesiones mágicas a horas extrañas.
Veo la vida secreta del Spot Classic y su gente. Veo el mar teniendo piedad con borrachos que lo desafían, los tira afuera para que tengan otra oportunidad. Veo los detalles; como la llave de piedra que abre el cerrojo de una de las mil puertas del mar.
Aprovecho entre sesiones y le arreglo a Junior el parlante del copiloto que andaba flojo, lo dejo bien firme con 4 tornillos de las tantas cajas llenas de tornillos que tiene, y tornillos que me encuentro sueltos por toda la van que voy poniendo ahí con sus familiares. Me siento muy contento de poco a poco ir arreglando lo que puedo. Me inspiro tanto que leo un poco del manual original y aprendo mucho. Pero también me da una pereza tremenda y me da sueño y me duermo… Parece que solo cuando me quedo varado o algo no funciona es que de verdad el tema me emociona.
También estoy siendo más consciente del consumo de fluido eléctrico y ahora que las dos baterías están nuevas (tuve que comprar una nueva) no tengo ningún problema. La carga me alcanza durante toda la temporada sin arrancar a Junior ni una vez y a la hora de partir arranca como si nada, feliz y contento, listo para el camino. Esto a pesar de que todavía no le he cambiado “el cable del arrancador” que está con la cubierta derretida desde el primer paseo. Andrés mi compa de Super Baterías me recomendó comprar un cable calibre 6 en cualquier repuestera, todavía tengo que hacerlo…
El parlante de por la puerta principal no suena y a pesar de revisar todo lo que pude sigue en glorioso silencio. Platos y todo eso hay demasiados, ya había visto esto pero lo veo otra vez porque no he hecho nada para cambiarlo. Tengo que hacer una limpia cuando esté en La Casona. Este es otro pendiente que ya podría haber resuelto, pero ahí vamos; poco a poco.
Lavarlo es otra cosa que tengo que hacer, voy a aprovechar el descuento (por la compra de la batería) en “La Cochera” cuando vuelva.
En las noches encadeno el Longbough en su percha y duermo tranquilo porque nadie puede llevárselo sin darme cuenta, o eso creo. Poco a poco voy aprendiendo a subirla y bajarla de ahí y a manejar la tabla y el forro afuera del agua. En el camino la llevé adentro para que Junior fuera más aerodinámico (ahorro de gasolina) pero cuando llego a La Boca veo que el metal de la base de la mesa adonde va apoyada ahora la tabla se pone ardiente con el calor del motor. No creo que esto sea bueno para la tabla, entonces así como yo me pongo chanclas para manejar (especialmente en el pie derecho que va del lado del motor) para no quemarme, le pongo una tabla de madera para protegerla. La tabla es una parte que quité de la bodega/garaje (la parte de atrás de Jr.) para poder guardar ahí la tabla de surf pequeña. El tamaño es ideal y sirve perfecto. Esa fue la primera modificación que le hice a Jr. y en el momento decidí dejarla adentro porque pensé que de seguro me serviría para algo así que me alegra que ese momento haya llegado. Tener paciencia ha valido la pena. También es una perfecta mesita para usar en la terraza frente a la puerta principal. Me he percatado de que para menor huella y evitar accidentes en el mundo de los bichos que brincan y caen en el hirviente café es mejor elevarla un poco, la palangana es muy buena para esto y montañitas de arena también, el banquito también, pero lo necesito en la puerta, ahí es la gloria eterna.
No pude poner el toldo de gangoche, no encontré cómo sin ocupar otro campo del parqueo.
Con el tiempo me va quedando cada vez más claro que parquear con la puerta principal perpendicular al mar no es lo ideal para la vista ni para la brisa. La ventana de arriba al frente tiene cortinas, igual si las quito es oscura y poco se ve el mar, esto cuando no está tapada hasta arriba de ropa de cama y otros chunches, que hasta el momento es casi siempre. Abrir las cortinas del frente es un trámite, pero la verdad que igual si se quiere se puede tener algo de vista, pero nada como la de la puerta principal que es tan gloriosa, práctica, fácil, y abierta; da una vista despejada.
Encontré un mejor lugar para la placa original prueba del linaje canadiense de Junior María en el lavatorio de atrás, pero se cae y también el jabón durante un viaje movido, me pegan tremendos sustos. Con viento fuerte también se caen… Para viajar es mejor que vayan seguras dentro del lavatorio.
Estar solo en la van es la gloria eterna, estar acompañado el doble, pero aprovecho, disfruto y agradezco lo que hay aquí, ahora, lo que es. Desayuno huevos con tocineta y tostadas con mantequilla en el horno, la tocineta es un despiche pa cocinar pero no tanto con tapa y es deliciosísima.
Cada vez se siente más como un hogar.
Camino bajo la luna llena y llego a dormir feliz a mi casita.
Gracias, gracias, gracias, gracias.
ॐ
El billete será puesto al servicio del deber sagrado de surfear las olas de la vida, pura vida!
¡Gracias!