#2


El viejo mapa del abuelo


Diarios del carrocasa

Me desperté y me entregué por completo a la experiencia, acepté a la gente, y a mí mismo. 

Playa Rajada en Semana Santa

Guanacaste, Costa Rica

El lugar es increíble.

Hay mucha, mucha, mucha gente. Toda la playa está llena de tiendas de campaña e incluso hay carros casa de todo tipo; desde los pequeños como Jr. María hasta los inmensos como un Tioga que se instaló al final de la playa. Este último es una tremenda mansión. Una vez aparcado se expande, con varios cuartos que le salen hacia los lados, aire acondicionado, terraza, ducha, patio y quién sabe qué más adentro…  

La comunidad que aquí se junta todos los años en Semana Santa es como decir la que se junta en Envision o cualquier festival de esos de varios días. Hay mucha gente por conocer y muchas cosas que aprender. Todo el mundo tiene sus diferentes toques y estilos. Hay los viejos sabios y los nuevos aprendices. Veo toques como el de mi vecino don Gilber, quien va y vuelve del mar con una cubeta para mojar la arena alrededor de su zona de estar poco antes de que caliente demasiado el furioso sol guanacasteco, para poder sobrevivir. 

Presto mucha atención a ese toque de mojar la arena para que no levante tanto el hornazo durante los calores y al medio día, cuando me estoy derritiendo de calor en medio del fiero fuego guanacasteco, acerco la mano al borde de la sombra y puedo sentir el calor que irradia la arena y veo las gotitas de sudor brotar en mi brazo… 

Hay toldos, tiendas, hamacas y hasta hay familias que andan baños. Los baños se ven increíbles, con una delgada tela se forma un pequeño santuario de privacidad para poder hacer las necesidades en cualquier momento. Son un gran lujo. Yo en cambio tengo que buscar las horas en las que todos duermen o ir a los lugares más inhóspitos, adonde nadie llega. Poco a poco he ajustado mi reloj biológico para descargar al amanecer y muy alegre estoy. 

Esta mañana fue diferente, probé algo nuevo.

Usé el toldo azul para liberar un venado atrás de la van porque no me daba tiempo de caminar tan lejos, hasta donde ya no hubiera gente. El toldo venía con Jr. y nunca lo había usado. Es gigante, podría servir para sombra, hasta para clase de yoga tal vez… Agarré también un palo largo que vive debajo del sillón de la sala y aunque no me gusta como se ve ahí, lo llevo a todas partes porque el antiguo dueño me dijo que servía perfecto para sostener abiertas las puertas de atrás y crear un espacio privado poniendo el toldo azul que servía hasta para bañarse… 

Este será mi bañito, como los que vi por ahí… mi propia isla de paz y privacidad, un toque más amplio eso sí, pero ya me lo estoy imaginando bien prometedor y tranquilo.

Fue algo así:

***

Abro las puertas de atrás y trato de acomodar el palo para mantenerlas así, pero por más que lo intento no encuentro la forma de prensarlo bien, me parece que es demasiado corto… Lo pongo a como puedo porque el venado ya quiere salir y en lo que estoy acuclillado haciendo mis necesidades un ventolero repentino se trata de llevar el toldo entero al cielo, haciendo un escándalo y pegándome un gran susto, dejándome totalmente expuesto por un instante eterno hasta que con un estironazo incómodo lo logro agarrar y aunque chueco y desacomodado, me queda tapando de la cintura para abajo. 

Vuelvo a ver para todas partes y por dicha parece que nadie vio nada. De hecho no parece haber nadie despierto, esa es la magia de despertarse temprano, nadie alrededor, gloria al glorioso. ¡Me salvé! pienso feliz de la vida, cuando en eso mi mirada queda posada en algo tan quieto como un viejo tronco guanacasteco y veo que tiene dos ojos cafés que me miran fijamente el alma. 

La abuela de los vecinos, camuflada en la quietud de la temprana mañana, me mira con chispas en sus ojos. Se ve muy alegre y estoy seguro de que no se ríe por fuera solo porque está paralizada, pero se está riendo por dentro a carcajadas. Claramente vio todo… Le doy una sonrisa cómplice y un saludo silencioso antes de retirarme agachado de nuevo a las profundidades azules del toldo confiando en que ese sería nuestro secreto.

Entierro bien profundo el regalo y lo tapo con arena. La palita es muy cómoda, es un chuzo, me alegra usarla. 

***

Por dicha era temprano y no había gente, pero de fijo no fue muy tranquilo el rato. 

El día siguiente en la tarde (martes 15 de abril) quería soltar otro venado y con tal de no usar el toldo azul (tal fue el trauma), intenté usar el blanco de gangoche (este no lo he vuelto a usar desde la primera vez o primer viaje mejor dicho). Logré prensar mejor las puertas pero el toldo de gangoche se está deshaciendo y hay demasiado viento y sol y calor.

Decidí soltarlo adentro con el toque que me dijeron de la bolsa en el Porta Potti 265/(baño interno). 

¡Ahhh, qué relajación, qué privacidad, qué calor! 

Puedo disfrutar la liberación en paz.

Cuando estrené el Porta Potti en el Irazú para no congelarme saliendo a orinar me alegré mucho, y ahora otra vez mucho me alegré al usarlo. Lástima todas las bolsas de papel que dejé en la casa que había guardado del pan… 

¡El bañito! ¡La gloria eterna! ¡Gracias paciencia por ayudarme a esperar y no dejarme sacarlo apresuradamente cuando pensé que nunca lo usaría! La salvada que me pegó. Es muy valioso.




Apoyo al Diario, a la magia, a los sueños… al arte.

Todo aporte al proyecto chicobonanza será eternamente agradecido. ¡Pura vida!

3,00 US$

Tormenta

…recorriendo el viejo mapa de mi abuelo

De alguna forma logré llegar a Esterillos sin derretirme por completo, pero casi… podría haber llenado varias botellas con todo lo que sudé. 

En el camino hice un par de consultas para saber qué tan peligroso es pernoctar aquí y al final decidí jugármela. 

Ya es casi el final de la tarde y hay buenas olas bajo un cielo tormentoso. No hay tiempo que perder. Dejo a Jr. bien parqueado al borde de un abismo que da al mar, saco el Longbough, cierro todo y entro al agua.

Las olas están buenas y no hay casi nadie en el agua. Me voy hasta el puro fondo y espero las bombas que vi desde afuera.

Agradecido de estar en el agua vuelvo a ver a la tierra y cuando veo que ahí está mi casita casi no lo puedo creer, me pone muy contento esta situación.

Poseidón me manda regalos y me voy surfeando feliz, conectando secciones casi hasta la casa una y otra vez hasta que finalmente ya no queda nadie en el agua y prácticamente no se ve nada. En ese momento clásico y tenebroso en el que uno queda solo con la oscuridad decido agarrar una última y me voy surfeando casi ciego hasta salir frente a Jr. María.

Monto el tablón en la percha con doble candado y saco el paño para secarme en el banquito frente al mar. Ya viéndolo desde afuera estoy feliz de estar en tierra firme, viene una tormenta de altamar y el cielo aquí arriba está a punto de reventar. Antes de terminar de secarme se alza un viento furioso que viene sin duda como precursor de la tormenta de mar adentro. Vuelvo a ver todo alrededor y no hay nadie por ninguna parte, el lugar está desolado. Toda la gente, y hasta los animales se han refugiado en algún lado, ni un pájaro se ve.

Queda solo el silencio y el vacío antes del estallido.

Un poste de luz solitario enciende su luz y le da la bienvenida oficial a la noche. 

Empiezan a caer las primeras gotas; goterones inmensos y fríos se estrellan contra mi piel salada como balazos celestiales. 

Me pongo las chanclas, le doy una vuelta a la casa para ver que todo esté en orden, echo un último vistazo al horizonte y me encierro en mi guarida.

Inmediatamente se raja el cielo al mismo tiempo que llega la tormenta de ultramar. Escucho el diluvio caer sobre el techo de fibra de vidrio y me encanta, suena delicioso. Las ráfagas de viento y lluvia azotan el costado frente al mar y se menea toda la casa. Un rayo ilumina todo por un instante y deja todo más oscuro que nunca. El trueno sacude las tinieblas. Mis adentros se acomodan de un susto con el profundo rugido y los retumbos se mezclan encaramados unos sobre otros en un tronar sin parar… Me asomo por la ventana para ver los rayos que caen en el mar a través de la lámina de agua que baja por el vidrio y siento la tormenta agarrando cada vez más fuerza. 

Vuelvo a cerrar las cortinas muy agradecido de tener un buen refugio y en ese momento me doy cuenta de que esta noche nadie me va a molestar, la tormenta sería mi bendición.

¡Apoya el proyecto chicobonanza!

Tu apoyo me deja saber que aprecias mi trabajo al mismo tiempo que me permite seguir escribiendo para que puedas seguir leyendo. ¡Gracias!

3,00 US$

Volcán Irazú

Abril 2019

Tres Ríos (La Casona) – Volcán Irazú – Tres Ríos (La Casona)

Gas – Sigue bien lleno aprox. ¾

Gasolina – 19 rojos y medio

El viejo mapa de mi abuelo muestra la ruta entre La Casona y el Irazú, se ve también el Turrialba.

¡Subió Junior feliz de la vida! 

Aprendiendo a manejar apenas tocadito, lo más eficiente posible, para ahorrar gasolina. 

En el camino paro a ver el atardecer y a tomar yodo. De las primeras cosas que se aprende en un camper es que no hay tantos lugares nivelados como uno se imagina… Parqueado en un intenso y extraño desnivel que combina el declive de la cuneta con la subida de la calle, la chorreada del yodo estuvo muy emocionante. Todo se deslizaba con solo tocarlo y se quería caer, parecía como si estuviera en un barco en tormenta, pero congelado en un momento en plena ola. 

Una vez tuve todo listo empecé a chorrear el café y cuando el chorrito salió por abajo torcido hacia un lado casi se me rompe la mente al no ver lo que esperaba después de cientos de chorreadas de yodo a nivel. Fue algo interesantísimo la verdad, y me tomé el cafecito en un potrero del otro lado de la calle viendo los carros que subían y bajaban como abejones sobre la negra culebra de la calle que viene subiendo, serpenteando entre los clásicos campos, potreros y sembradíos que adornan las faldas del Irazú. 

Antes del final del atardecer pasó un local buena nota en bici y se quedó un rato. Terminó contándome entre otras cosas de su ansiedad y le pasé unos volados de respiración de yoga con los que se fue más tranquilo de lo que llegó y yo quedé alegre de haberle podido compartir algo que le ayudara en su camino.

En la noche sigo subiendo, subiendo y subiendo, hasta llegar al cráter abandonado. Ahí por primera vez en calle de lastre montañosa entro con mucho cuidado, probando a Jr. y tratando de no dejar el tanque de gas pegado en una piedra. Todo se menea tremendo y suenan las ollas y todas las cosas atrás como si hubieran cobrado vida estilo La Bella y la Bestia. Me pongo un poco tenso y me agarro más firmemente de la manivela como queriendo sostener los chunches, pero siguen sonando igual, o más…

Eventualmente encuentro un lugar nivelado casi en el centro del anciano cráter y apago el motor y las luces. Todo es silencio y quietud por un momento eterno… y luego poco a poco empiezo a percibir los sonidos que yacían escondidos tras el ronroneo del motor: el suave viento, los bichos de la noche, y el espeluznante grito de algún pájaro nocturno tratando de espantar a algún ratón para que salga de su escondite. Me abrigo bien antes de salir de mi guarida, con gorro peruano tapa orejas, guantes y todo el resto de la armadura que me salva de los cuchillos helados del frío desolado. 

Abro la puerta principal y las estrellas se ven increíbles aquí arriba! Todo el cielo está explotado con astros, desde los más brillantes hasta los que parecen polvo de estrellas en los rincones oscuros del firmamento. No hay nadie aquí arriba, ni una luz, ni un ruido que no sea natural existe en este instante. Un espectáculo maravilloso se desenvuelve en medio de la aparente quietud; el baile ancestral de la noche con las estrellas, de la montaña con el frío, de la luz con la oscuridad. 

Me quedé anonadado hasta que el frío me guió de regreso a Jr. María, mi casa, ahora en medio de este extraño baile. 

Ahora empieza a enfriar mucho adentro y ya está casi tan helado como afuera así que me dedico a intentar encender la calefacción por primera vez. Voy siguiendo al pie de la letra las instrucciones que me heredó su antiguo dueño. Encendí el switch azul, el control de la calefacción, y luego completé una serie de pasos que fácilmente podrían servir de combinación para una caja fuerte, pero nada. Varias veces completé todo el procedimiento pero no pasaba nada, entonces decidí salirme de las instrucciones… 

No estaba seguro si el piloto estaba prendido. De hecho siempre pensé que estaba apagado, porque la llamita solo se ve en oscuridad total como el fantasma de una chispa y tan tenue que ni creí que esa fuera, pero estaba cansado de lo mismo y quería intentar algo diferente entonces me la jugué a que algo me explotara en la cara y le di vuelta a la perilla dura de la calefa hasta “On” y me quedé esperando con la cara lejos a que algo pasara… De repente empieza a rugir como un dragón debajo de la cama y empezó a echar un aliento caliente y delicioso, hasta abanico tiene. ¡La Gloria Eterna! La verdad creo que la encendió Junior, ayudándome ahí. 

Afuera está helado y aquí yo disfruto del glorioso calorcito gracias al dragón que vive debajo de la cama. De pronto se sacude la van muy fuerte y después del susto vuelve a sacudirse y me asomo por la ventana y todo está blanco y las nubes pasan furiosas alrededor de la van, vientos fieros sacuden toda la casa. 

Al asomarme y ver las nubes pasar lo termino de confirmar; estoy volando entre las nubes, estoy soñando despierto.

En la mañana cantan las primeras aves y grillos y todo empieza a despertar con la suave claridad del amanecer. Abro la puerta y salgo a caminar para ver por primera vez de día mis alrededores y veo despejado el vecino Volcán Turrialba saludando a su hermano Irazú en toda la gloria de un nuevo día. Los colibríes flotan majestuosamente por un instante sobre las coloridas flores y se deleitan con su néctar. De sus plumas brotan destellos de todo el arco iris y en un abrir y cerrar de ojos salen disparados como un balazo silencioso hacia su próxima comida. 

Después de una bonita caminata mañanera regreso a la casa, me como un rico desayuno y cierro con lectura y café al aire libre antes de prepararme para la bajada.

Ya es casi medio día y la ceniza vuela por todas partes dentro del viejo cráter en nubes y olas y torbellinos como demonios de arena.

Agradecido con el lugar y la vida arranco sin problema y voy saliendo todo contento despacito por el lastre cuando en la última parte fea ya para trepar a Jr. a la calle suena un bombazo adentro justo atrás mío y el infarto fue instantáneo. Creí que había explotado el tanque de gas y ya estaba yo en el cielo cuando vi para atrás y me percaté de lo que en realidad había pasado. En el piso está la mesa que se vino desde “el closet” arriba y ese fue el estruendo. Ya una vez se me había caído así el tubo de la mesa (que también casi me mata del susto) y le encontré un buen lugar, igual quiero hacer con la mesa. Por ahora la pongo en el sillón bien prensada con los almohadones y sigo el camino…

*Notas: se me olvidó el termo, el headlamp, y también rellenar agua en la bomba y tuve que pasar a pedir de camino y Don Ronald se encargó que fuera un placer rellenar el tanque con agua fresca de las faldas del volcán.

Tiquete de viaje

Cancelá aquí tu tiquete de viaje al Volcán Irazú a bordo de la magia de la lectura. Incluye la noche de hospedaje. ¡Espero que hayás disfrutado! Gracias y pura vida. Javi

3,00 US$