
Diarios del carrocasa
La oscuridad, me fui hacia el corazón de la oscuridad.
Bella Marbella
3/5/19
Ayer la noche estaba muy caliente y sin una gota de viento.
Ya llevaba varias noches de calor y ni hablar de los días, así que decidí probar algo diferente.
Salí de la van, colgué mi hamaca, le puse el mosquitero, agarré almohadita y hasta cobija por aquello de los fríos de la madrugada y me metí a dormir ahí, rodeado por la frescura del aire libre.
Dormí delicioso.
Ahora que lo pienso, creo, o más bien sospecho que la nevera también ha contribuido a estas recientes noches calientes adentro de Jr. María. La pared de madera que da de un lado a la cama y al otro a la neverita a veces se pone caliente… Los switches verdes chuzísimos que se iluminan arriba de la nevera ya no prendían (hace unos días) pero después de investigar encontré un cable suelto en la biblioteca y al conectarlo todo volvió a la normalidad. Además de eso ayer descubrí que al encenderlos no solo se iluminan con esa luz verde que tanto me gusta, sino que también se activa un abanico secreto muy silencioso que saca el aire caliente producto del fuego de la nevera por una rejilla afuera que está arriba de la nevera. Esto me dejó perplejo hasta que descubrí un fondo falso en la pared de la biblioteca/alacena. Este Junior es un barco pirata lleno de misterios. El cable de los switches verdes se debe haber safado en la ida a reabastecer comida a la tienda. Quiero ir protegiendo todos esos cables que hay por ahí.
Otra mejora que hice fue cambiar la configuración de la entrada, y la limpieza de pies es ahora mucho más fácil. Antes tenía el banquito con la alfombrita encima. Ahora lo hice por etapas, de manera que está el banquito pelado afuera (perfecto para arrastrar los pies como un toro para quitarse la mayoría de la arena), le sigue la grada negra que mantengo siempre limpia donde uno se puede terminar de quitar la arena con la mini escoba y adentro está el último guardián en forma de la alfombra que atrapa lo que pueda haber pasado las primeras etapas de la limpia.
Anoche había mucho bicho, creo que puede estar vinculado a la oscuridad de la luna nueva (cercana), ya que cualquier luz es ahora relativamente más brillante y atractiva para ellos. Cualquier luz que encendía se llenaba al instante de mil bichos voladores y cuando estaba leyendo en la maca a salvo dentro del mosquitero los escuchaba revoloteando todo alrededor y los veía volando afuera arremetiendo contra la delgada barrera que nos separaba.
Siguen saliendo chicharras.
¡Día relax! Un poco nublado y mucho onshore. Afuera un solitario pelícano flota en el mar. Mareas extremas de luna nueva. En las tardes y las mañanas el mar se retira tanto que casi ni se escucha, dejando una hermosa explanada que refleja los colores pasteles del amanecer y atardecer. A medio día y noche sube tanto que pareciera querer salirse hacia las montañas y devorar todo a su paso, pero se detiene a unos escasos diez metros de la casa, sirviendo olas sin cesar. Ahora son las dos y media de la tarde, el mar está casi en la puerta y el horizonte está gris. Algo me dice que las primeras lluvias rondan a la vuelta de la esquina. Andan merodeando por ahí y las he visto a la distancia desde aquí. Algunas fuertes tormentas han sido avistadas tan cerca como Guiones…
Me encontré un buen palo largo para apear pipas. Después quiero ver si en La Casona me hago uno de caña brava para andar y poder apear frutas. Dicen por ahí que hay un palo lleno de mangos al lado de la calle entre aquí y San Juanillo.
La ducha que me prestan a veces me regala en ocasiones agua caliente (dependiendo de la hora) y es la gloria eterna, y además a veces tengo wifi. ¡Buen lugar este!
Voy a ver si voy a buscar pipas hoy en la noche…
Fui por las pipas y logré apear seis. Una se rompió y me la tuve que tomar de una vez, estaba muy rica y bien cargada. Otras las logré atrapar en el aire con una mano y la última casi me quiebra un dedo. El palo que encontré sirve muy bien, me lo voy a dejar hasta quién sabe cuándo… Después me fui a caminar porque la van estaba muy caliente y algo afuera me llamaba.
La oscuridad, me fui hacia el corazón de la oscuridad.
Caminar por la arena mojada en el vacío de la marea baja con un cielo nublado que no muestra ni una estrella se siente como andar en el espacio. En un desierto de oscuridad. De luz. Solo los destellos de las rayerías al sur iluminan de vez en cuando todo, solo para volver a dejarlo caer en un misterio todavía más profundo y oscuridad absoluta.
Encendía a ratos mi linterna para no caminar encima de las criaturas de la noche, y vi todo tipo de seres. Encontré cangrejos que parecen ser parte de la piedra y con tenazas rojas, escondidos y de todos tamaños, desde los temibles hasta los más diminutos. También vi otros de patas más largas que andaban por la arena y por ahí andaban también los cusucos. Vi uno blanco inmenso, ni siquiera estoy seguro de qué era. En el agua clara de las olas observé nadando varios peces plateados. Lejos de todas las luces (las pocas que hay aquí) encontré una procesión de cientos de caricacos, y pude ver a los gigantes que dejan las huellas inmensas que he visto en el día y en vano había rastreado.
La huella de una tortuga me lleva a una belleza marina que está poniendo huevos por el manglar, huele a mar. *Especie por confirmar. Uso solo la luz roja del foco para contemplarla sin interferir y después de un rato la dejo para que siga en su trance tranquila.
Veo un par de ojos verde/amarillo brillando por la maleza del manglar y los voy a buscar. Cuidadoso de no hacer ningún ruido los busco largo rato sin saber qué voy a encontrar y pienso que andar un báculo es buena idea y podría ayudar en caso de un encuentro animal, especialmente en la confianza, pero primordialmente para tener una buena oportunidad de sobrevivir en caso de toparse con algo muy feroz.
Otra cosa que encontré fue una deliciosa brisa que nunca me hubiera esperado cuando estaba en el calor de la van.
Milagro. Vuelvo a encontrar los ojos, esta vez más alto, y en eso de unos almendros de playa baja un felino que salta con gracia y en completo silencio desde el árbol hasta el suelo (creo ocelote, por confirmar). Se tira del árbol sin importarle la luz de mi linterna merodea de un lado a otro y yo estoy tan cerca que veo su pelaje claramente. Parece tener unas rosetas como las manchas de un jaguar, pero en miniatura. Pega un par de brincos y se desaparece cazando algo entre la maleza…
La tortuga vuelve al mar, iluminada por la rayería y yo me devuelvo muy contento, agradecido y feliz, para la casa.
Se intensifica la rayería al sur y sobre el mar, retumban algunos truenos.
A lo lejos en el horizonte diminutas luces que aparentan estrellas caídas flotan en ultramar, los valientes pescadores…
Refrescado por la caminata, me metí a dormir adentro de la casa.
Me desperté a medianoche en medio de un vendaval. El saco de gangoche se agitaba furiosamente, amenazando con terminar de rasgarse y sacudía toda la van. Todo lo que no estaba amarrado estaba en peligro de irse con el viento. Abrí la puerta y vi como las hojas de palmera se doblaban en formas imposibles. La sillita iba rodando hacia el sur…
El vendaval era tremendo y una sensación de tormenta inminente es lo que se vivía. Sentí un par de gotas que me incitaron a actuar rápido, fue uno de esos momentos en los que uno sabe que en cuestión de segundos podría estar bajo la torrencial lluvia tropical. El aire estaba cargado de humedad pero el viento era tanto que podría haber sido agua que levantó del mar y traía sobre sus alas.
Inmediatamente puse manos a la obra y metí toda la ropa del tendedero, y la maca con el mosquitero. Quitar la vela en que se había convertido el toldo de gangoche fue toda una batalla contra el viento y casi me la arranca de las manos tratando de doblarla, pero dejarla ahí afuera seguro hubiese sido su final, la rasgadura se le abrió más, pero la logré guardar y asegurar adentro. Por dicha había experimentado con otro sistema de anclaje para los nudos que me permitió quitarlo y arrollarlo un poco más rápido y ágilmente. Guardé la silla, todo estaba asegurado.
Aproveché y salí hacia la arena a un sitio más expuesto y en calzoncillos pude vivir toda la gloria del vendaval en un solo momento.
Luego me adentré en mi refugio, sellé bien la entrada y dormí como un lirón.
- La tortuga era una Olive Ridley (Lepidochelis Olivacea), confirmada.
- El felino era o un Ocelote o un Margay. Por los ojos pequeños y los hábitats el Margay queda casi descartado. No presté mayor atención a la longitud de la cola en mi inocencia y asombro, pero no me pareció especialmente coludo, y tampoco fue tan tímido como dicen es el Margay. Tal vez el que había visto en Matapalo era un Margay, ese estaba trepado en un árbol y me veía con ojos inmensos. El Margay parece ser el felino más difícil de avistar, probablemente era un Ocelote entonces. Ocelote. Confirmado.

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