Verdes palmeras brillan entre la bruma del mar,
me arrullan las olas que revientan sin parar.
De los almendros con sus hojas de colores,
llueven estrellas en forma de flores.
El horizonte marino me invita a soñar.
Alzo la mirada y veo una flecha de pelícanos pasar.
Una pluma trabada y el canto de un gallo.
Una pipa que cae y un hombre que se levanta…
Un aroma a café entra en mi mente,
¡Qué rico un yodo caliente!
Diarios del Carrocasa