Diarios del carrocasa
Dormí riquísimo y me desperté al amanecer, como de costumbre. Iba caminando por las rocas cuando avisté la Gran Garza Gris.* Salió de nadie sabe donde, flotó majestuosamente sobre el fresco aire de la mañana para cruzar la bahía, y llegó a descansar en el cucurucho de uno de los antiguos almendros de playa.
Ahora me acuerdo que anoche me despertó un ruido extraño y cuando me asomé por la ventana a ver qué era me sorprendí bastante…
Era una tortuga! Se veía vieja y tenía conchas en la espalda, y no le molestaban los ladridos de Negro, quien ayer descubrí que también se llama “Sandal.” Glorioso nombre para quién vive sobre la arena y goza de comerse las cáscaras de huevo que quedan de mi desayuno todos los días.
Los caricacos y cangrejos se encargan de lo demás orgánico y les encanta el café. Los debe poner eléctricos… Ja!
Gloriosas olas entran a la bahía, estoy enamorado del mar, la tierra, y esta vida.
*(Ardea herodias)
Lindo!
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