Abrir los ojos, alargar la espalda, respirar profundo y beber el té. Cerrar los ojos, entregarse a la respiración. Poco a poco, aceptando, aceptándonos, soltando. Flotando en la inmensidad del presente, en su paz profunda, bañándonos en la luz dorada de la verdad, donde no hay nada por lograr. Cada instante es un todo, cada trueno un espectáculo. Cada gota de lluvia un milagro. Cada viento, un momento…