Lento y perezoso se mueve entre la selva. Un destello dorado refleja el calor del sol en un infinito de verde y aquel que parece sin rumbo se desaparece en las alturas. Pero aunque ahí vive no siempre ahí permanece.
Bajar a la tierra es uno de sus hábitos más fundamentales. Nadar es algo que siempre supo amar. Poco a poco se deja llevar por la corriente de la vida y en un sin esfuerzo llega arriba.
Vive en las alturas pero conoce las bajuras. Su existencia es tranquila y no se apura. Su magia es invisible y es obvia.
Algunos sabrán y otros olvidarán sus lecciones y enseñanzas, pero el maestro seguirá siendo, maestro del ser.
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Me alegra Pippo, saludos!
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