De Roatán a Managua, escala San Salvador
El constante zumbido del avión me entranza, igual que el cambio de perspectiva. Me sirven jugo de manzana sin hielo y una sprite en lata, caliente, la sprite. El maní y el sanguche ya me los terminé. El maní traía pasas. El jugo de manzana es mi champán. Me tomo un traguito para saborearlo, lo vuelvo a poner en su lugar, una depresión circular donde su base calza a la perfección. Lo veo y me siento como un rey. Me lo tomo todo de un solo. Abro la sprite y me pongo a ver las nubes por la ventana…
En el segundo vuelo trato de hacer lo mismo pero el jugo de manzana no parece champán y siento cómo que algo pasa. Me asomo por la ventana y un rayo salta diagonal de arriba a abajo en una gigante y oscura cumulonimbos. Me doy vuelta y veo que el chiquito que va un asiento atrás y a la derecha tiene las manos llenas de sangre y un diente en la mano…
Va muy bien la historia quisiera ver el final
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No tiene final, ni principio…
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