Chamán, Perú

Selva Amazónica, Perú

El día siguiente se va el boludo y yo me quedo para pasar otra noche en la selva baja, del lado peruano, con Gustavo y un Tikuna que no habla. De camino se nos enreda una red en la propela y la swiss army y la KAbar salvan la tanda. Vemos muchos delfines rosados y grises más de cerca. En la noche vamos a buscar caimanes en el lago pero cuando llegamos las canoas están en la ruina, llenas de agua, una hasta con un pez grande adentro. Además el lago está totalmente lleno de lirios, innavegable. Le digo que entonces vamos al río y eso hacemos. Vemos unos cuantos. El día siguiente vemos varios pájaros y los monos fraile, un grupo grande. También vamos a otro lugar a ver los lirios gigantes con la flor más grande del mundo. Me tengo que ir sólo porque la canoa apenas me aguanta. De milagro no me vuelco y logro verlos, las hojas son gigantes! Fácilmente podría dormir un bebé ahí sin hundirse, casi lo intento. Me doy cuenta que por abajo están llenos de espinas…

En la tarde vuelvo, voy por mis cosas y me libro en un mototaxi, léase moto normal pero a uno le dan un casco, con el bulto gigante, vamos pegando en la llanta del peso. Me monto en un peque peque (panga con motor de motoguadaña) hacia Santa Rosa, Perú. En el bbq frente al barco cometo el error de pedir pata de pollo y eso es exactamente lo que me traen, con pellejo amarillo y los dedos enroscados como aferrandose a la vida. Le muerdo y la chupo pero la verdad no se le saca mucho, no tenía uñas…

El barco cuesta 80 soles pero logro que me lo dejen un poco más barato y hago un trueque con la hamaca que me había dejado Derek.
Son como 3 días a Iquitos y el barco… Es asqueroso, el baño más que todo, tiene las puertas tan corroídas que cortan, para en todo lado y la comida la pasa repartiendo un travesti que cuando recoge tira toda la basura al río. La comida es poca (un poco de avena en la mañana, y arroz o pasta con un hueso de pollo pal almuerzo y cena) me salvan las pacoquitas que había guardado del otro barco. Ahí conozco a Dyma, un ruso que está bien loco y lleva viajando muchos años, me recomienda leerme los libros de Carlos Castañeda.

En la noche toco un poco de armónica y ahora los peruanos se me quedan viendo todavía más raro. Finalmente unos se acercan y nos hacemos compas. Jean (hombre) es tuanis, vive en Iquitos y creo que sin malas intenciones más adelante estaría a punto de embarcarme con un chamán…

Llego a Iquitos, me quedo en el Hostal/oficina Mad Micks. Conozco a Edu, un español que lleva 22 días ahí y me enseña un poco la ciudad, dándome muchos buenos consejos. Ahí me quedo unos días, bastante enfermo y conozco a varia gente que viene y se va.

El mercado de Belem es una locura, ahí hay de todo, desde pan con huevo hasta anaconda. Belén abajo es un tugurio flotante, inundado en basura, «la Venecia Peruana.»

Ya estaba decidido a participar en la ceremonia del Ayahuasca pero al oír la experiencia del Bóludo no me quedan dudas, lo vi el día antes y el día después, era como estar hablando con otra persona.

Voy y vuelvo adonde Jean para hacerlo con el chamán que el conoce, va y pregunta por todo lado, todo sé siente muy raro, mal. Al último minuto antes de salir junto con la señora que va a que le curen a su bebé decido no hacerlo con este y buscar al Sr. Lucho, ya sabiendo la experiencia del bóludo y no jugármela con algo tan importante.

Es tarde y no sé bien como llegar, algunos me dicen que el lugar queda a dos días pero sé que el bóludo lo hizo en menos entonces no puede ser. Alisto un una mochililla para un día y me voy, sin saber si el Sr. Lucho va a estar, si va a haber ceremonia, si lograré llegar? Me monto en el motocarro hacia puerto Nanay, de ahí una lancha colectivo, léase bus en la Amazonía, a Santa Clotilde, donde subo mil escaleras y tomo otro motocarro hacia donde «Lucho y Sarita», me da miedo la respuesta pero no puedo evitar preguntar si el Sr. Lucho está, me dice que sí, de ahí camino como unos 20 minutos selva adentro por un sendero y finalmente encuentro su casa. Me brinco un portón y pasando entre cabras y vacas llego a donde esta Luis. Me hace pasar, a la sala? O será esto toda la casa? excepto la cocina, que es al lado. Le cuento mientras se fuma un mapacho sentado en una hamaca de red negra sobre el piso de tierra y nos devoran los mosquitos, me dice que está todo bien, que sí habrá ceremonia hoy y que puedo participar. Sé que vine al lugar indicado. Me aseguro de contarle que he pasado y todavía estoy bastante enfermo, con calentura y cagadera, me dice que pondrá otras plantas y que la planta me va a ayudar.

En la Malorca hay dos españolas, una chilena, una francesa y después llegara Peter, quien esta ahí haciendo dieta hace un mes. Luis me comentó lo importante que es dejar de pensar, dejarse ir y abrirse, que lo que hacemos debe salir del corazón, sentir más y pensar menos. Del corazón a la cabeza y no al revés. Hago un poco de yoga. Esto me ayuda con mis dolores de cuerpo y a despejar la mente en preparación para la ceremonia. En la noche llega Peter, está bien flaco. Nos ayuda a preparar la Malorca y comparte con nosotros sobre la planta mientras esperamos al Sr. Lucho. Las dos cosas que más recuerdo son: «Es la primera vez? Porque puede ser una intoxicación tremenda…»«Tienes que pasar por el Infierno para llegar al cielo.» 
Llega Luis, una vela proporciona la única luz fuerte en la Malorca. Apaga la vela y comienza la ceremonia. Se escuchan los íkaros. Sabe muy fuerte, muy feo, siento que la voy a vomitar en los primeros diez segundos. Se me pasa. No estoy muy seguro de cuanto tiempo pasa pero probablemente menos de diez minutos, siento donde viene, no hay nada que pueda hacer, pienso que tal vez es muy pronto…

Luis frente a mí: «Muy bien, muy valiente» termina la ceremonia.
Compartimos nuestras experiencias y nos cuenta sobre todos los duendes y animales de la selva. Decido quedarme ahí unos días.

Esa noche sueño con un gran tigre que nunca he visto antes, es como café con pelos machos larguísimos que parecen espinas es su espalda. Tiene ojos muy grandes y son totalmente gris-plateados y brillan desde su interior. Lo veo por la ventana pero sé que viene para adentro. Tengo miedo y me trato de esconder pero no puedo cerrar tantas puertas y sé que va a entrar. El día siguiente le cuento a Luis y me dice que ese existe y que es el Rey de los Tigres.

Participo en una nueva ceremonia en la que me adentro en mi propia mente y veo los laberintos que tengo adentro, dificultando todo. Después veo que esté donde esté en este mundo siempre estamos conectados con la Pachamama.

Después de cerrar la ceremonia Luis nos cuenta sobre La Selva. El Tigre Negro, la Anaconda, las Sirenas y los tiempos de sus antepasados. En la noche salgo a caminar y veo muchas ranas e insectos, pero escucho mucho más de lo que veo…

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